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Luego se dijeron unos a otros:

—No estamos haciendo bien. Hoy es día de buenas noticias y nosotros callamos. Si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la noticia en la casa del rey.

10 Fueron, pues, llamaron a los guardias de la puerta de la ciudad, y les gritaron diciendo:

«Nosotros fuimos al campamento de los sirios y no había allí nadie, ni se oía ninguna voz humana; sólo estaban los caballos atados, los asnos también atados y el campamento intacto.»

11 Los porteros gritaron y lo anunciaron dentro, en el palacio del rey.

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